Edificacion

martes, 18 de agosto de 2020

Más que un cantico, es alabar

Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre.

Salmos 34:1-3

 

Reflexión: Una de las características más resaltantes de la alabanza es que esta nos orienta hacia un reconocimiento de la gloria de Dios por su intervención en la humanidad, que nos lleva a elogiarle y a aclamarle de forma permanente con júbilo y alegría.

Indudablemente Dios ama la música, en Sofonías 3: 17 encontramos una interesante declaración: “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”, además le ha dado un lugar prominente, tanto en su creación como en su Palabra, Él no solo llenó su creación de ella, sino que dio al hombre una capacidad sorprendente de producir música y de crearla.

Cuando el pueblo de Dios se reúne para alabar a Dios, se denota una congregación donde se celebra su grandeza y poderío, el pueblo muestra alegría ante su presencia, aunque también es cierto que muchas veces no ocurre esto, pues en algunas ocasiones aunque la música está presente en los cultos y se entonan himnos o cánticos espirituales, no se está alabando al Señor porque la alabanza es mucho más que cantar; la alabanza te hace consciente de la grandeza del Señor y de la necesidad que tenemos de Él y surge desde el interior de cada persona. Por eso, la verdadera alabanza debe ser sentida y no solo expresada; alabar es transmitir admiración y reverencia, en este sentido, brindar alabanzas al Señor no solamente se trata de cantar, sino de darle la gloria con todo lo que somos.

Por más difíciles que sean nuestras realidades Dios sigue siendo Dios, sabio, bueno, misericordioso y fiel, y cuando cualquiera de sus hijos eleva su voz en alabanza, independientemente de las dificultades que tenga a su alrededor, está proclamando su confianza inalterable en el Dios de su salvación. Entonces, ¿por qué cantamos? Porque Dios quiere que le cantemos, porque Él se deleita en nuestro canto, a pesar de que Él conoce nuestras debilidades, y sabe que muchas veces tenemos que luchar contra nosotros mismos para cantar de corazón y no como un mero ejercicio de labios.

Paz y Gracia. 

viernes, 7 de agosto de 2020

Sigue solo a los buenos ejemplos

Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo

(1 Corintios 11:1).

 

Reflexión: Todos alguna vez hemos admirado a alguien en particular y deseado seguir sus pasos, aunque solo algunos pocos consiguen ser tan buenos como lo fue el joven Eliseo, quien sucedió al profeta Elías en tiempos antiguos. Eliseo tuvo un gran ejemplo al que seguir, por esta razón, permaneció muy cerca de su maestro hasta sus últimos días en la Tierra, estando dispuesto a seguirlo sin objetar nunca el trabajo que hacía, pues tenía claro que Dios lo había llamado. Muchas veces resulta más fácil seguir los malos ejemplos porque no requiere ningún esfuerzo ni compromiso de nuestra parte, pero eso no significa que sean provechosos, la Biblia en Proverbios 28:19 nos aconseja lo siguiente: “El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.” Si ocupamos nuestro tiempo y esfuerzo en seguir a quienes no hacen nada de provecho terminaremos siendo igual de miserables que ellos; por el contrario, empieza por pensar que, así como Eliseo, todos nosotros tenemos grandes ejemplos que nos pueden servir de inspiración, como algunos personajes de la Biblia, y también todos aquellos que han influido positivamente en nuestra vida. El apóstol Pablo en reiteradas ocasiones les decía a sus discípulos que siguieran su ejemplo, así lo hizo en 1 Corintios 11:1 “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.” Y esto no se trata de reconocer en Pablo arrogancia, él simplemente era consciente de la presencia de Dios en su vida y de su caminar de la mano de su creador, él no esperaba que los demás copiaran todos los aspectos de su vida, pero sí aquellos que habían sido moldeados para agradar a Dios. Si aún no tienes un ejemplo al que seguir es momento que te decidas por el mejor de los mejores, Jesús, definitivamente Él es el único en quien puedes fiarte de imitar sin el temor a llegar a equivocarte, porque en su estadía en esta Tierra nos mostró una vida ejemplar desde todos los ángulos.

Paz y Gracia. 

lunes, 11 de mayo de 2020

La Obediencia en la vida del creyente. ♥️

Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros

(1 Samuel 15:22).

Reflexión: La obediencia a Dios se rige por un muy claro principio bíblico, y que atiende a la actitud que tuvo Jesús hacia su Padre cuando dijo en Mateo 26:39 “… pero no sea como yo quiero, sino como tú”, es esta la misma actitud que cada uno de nosotros debe tener, y es que ¡No es como nosotros queramos, sino como Dios quiere! No cuesta nada ser obediente cuando Dios nos da lo que hemos deseado, sin embargo, cuando los planes de Dios parecen diferir de los nuestros, obedecer se convierte en un tema complicado porque no estamos dispuestos a acatar esas nuevas ordenanzas. La Biblia en 1 de Samuel narra la historia de Saúl quien fuera el primer rey en el pueblo de Israel, en un principio era un joven humilde que cumplía obedientemente las instrucciones de Dios, pero esto fue así hasta que Dios le encomendó realizar una tarea con claras especificaciones, como se lee en 1 Samuel 15:2-3 “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.” Pero Saúl no cumplió el mandato de Dios, sino que hizo como él quiso, tal como continúa el relato en 1 Samuel 15:20-21 “Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.” Por actuar desobedientemente este rey fue desechado, y es que obedecer es hacer enteramente lo que Dios nos ha ordenado, ya sea por medio de su Palabra escrita o como en el caso de Saúl mediante revelación. Seremos desobedientes ya sea, haciendo lo que el Señor no ha dicho que hagamos, o no haciendo lo que nos ha ordenado. Nuestro Padre es sabio y desea nuestro bien, por eso no nos encomienda tareas que no podamos cumplir o que sean perjudiciales para nosotros.
Paz y Gracia 

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